Criticar es gratis, es fácil, y además hace quedar bien ante las masas adormecidas. Si además se hace desde la tribuna de un medio de comunicación de gran tirada, parece que postulamos con un aura de prestigio que nos permite poner en duda el trabajo de miles de ingenieros, artesanos, especialistas y constructores de automóviles sin si quiera conocer el producto, ni tener la más remota idea de cómo es el público al que se dirige el coche que se está destripando.
Por poner un ejemplo sencillo, tengo entre las manos la revista Autopista de la semana pasada, en la cual el señor Miguel García Puente analiza el concepto del nuevo Bugatti 16C Galibier. Se trata de un coche de super lujo, realizado bajo pedido, artesanalmente con los materiales más exclusivos y la tecnología más avanzada. El millonario que quiere hacerse notar se comprará un Bentley Continental, pero el más millonario de todos, que quiera diferenciarse lo hará con un Bugatti 16C Galibier, y es que todo en este coche está pensado para la ostentación y la exclusividad más notoria.
En cambio el artículo mencionado, se plantea cuestiones tan absurdas como la utilidad de un Bugatti de 4 plazas desde el punto de vista práctico. Si tiene sentido llevar a los niños detrás, o al perro, que si llevamos a una pareja de amigos y van los dos detrás se pueden molestar, que si dejamos a ambas mujeres detrás es sexista... en definitiva, un montón de preguntas que se hace un ser que no tiene visión, y no conoce el público al que se dirige este artículo de lujo italiano. Porque el que compra un Bugatti por más de 1 millón de euros, no lo hace para tener un coche práctico. No tiene necesidad las plazas traseras para nada, como no tiene necesidad de espacio para tener comprarse una mansión a las afueras de Frankfurt o una villa en la Costa Azul. El lujo no entiende de practicidad, y si aquel se compró un Veyron, y triunfó en la fiesta del Casino de Monaco, yo ahora me compro un 16C Galibier. Si tengo que llevar a los niños a alguna parte porque el chófer no puede, cogeré el Range Rover, y si quiero viajar con maletas, lo haré en avión. Nadie que se mueve a un nivel tan elevado, se gasta un millón de euros en un coche exclusivo para usar las plazas traseras, eso es el 5% del interés en la compra. Tú tienes tu Bugatti Galibier, marcas un status que nadie puede seguir, y las plazas traseras ahí quedan para por si acaso un día... ¿Que me compre un Veyron entonces? No quiero, yo soy así de caprichoso. Mi vecino ya tiene uno, y yo no quiero uno como el suyo. Un coupé deportivo de tan enorme potencial me parece exagerado, y por eso tengo la versión "berlina", aunque no utilice las plazas traseras.
Luego el periodista pasa a criticar la parte técnica, que si es muy pesado, pierde agilidad, deportividad, y que exige un enorme gasto tecnológico para hacerlo efectivo. Ahora debe ser que el que compra un Bugatti lo hace para tener la máquina racing definitiva, que no tiene dinero para comprar 3 Ferraris y usarlos en Ascari cuando quiera, y que además la tecnología ESTRATOSFÉRICA de estos coches no va a conseguir mover con agilidad y precisión los más de 2.000 Kilos de este misil. Claro. Un aplauso por esa reflexión. Le estarán lloviendo cartas de felicitación a Autopista por publicar esa maravilla. Seguro que en Bugatti están temblando por la terrible crítica descargada sobre su joya de la corona. Eso sí, el nuevo Citroën C3 diesel y el Opel Meriva son dos maravillas de la ingeniería. Seguro que el perro lo puedes llevar detrás sin problemas, y consumen poquito, que al fin y al cabo son las cosas que importan cuando te gastas una fortuna en un coche sin dolor de cartera. Y además pesan poquito.
Luego tenemos a gente profesional y con visión, con espíritu crítico y buen hacer peleando en internet por hacerse un hueco en el periodismo del automóvil, sin cobrar ni un céntimo por ello, en sus escasos ratos libres, y buscándose los trucos para poder probar coches de forma rigurosa y publicar material que valga la pena, gente como 8000vueltas.com o FuelWasters, que vemos cómo la prensa especializada nacional ha perdido TODO interés para la gente a la que realmente nos gustan los coches (no como en otros países de Europa), y recibiendo cada día más y más visitas de todas las partes del mundo.
No somos nadie...